José A. Hernández, Investigador Científico del CSIC, Grupo de Biotecnología de Frutales, CEBAS-CSIC (Murcia)
Programa de pensiones (becas) y relaciones con el extranjero en la JAE
Hablar en España de Pensiones es referirse a la JAE, si bien no fueron los pioneros ya que a lo largo del siglo XVIII, en el reinado de Carlos III, se intentó la renovación científica de las instituciones docentes fomentando el intercambio internacional. Durante el siglo XIX también hubo instituciones que concedieron pensiones como el Instituto Geográfico y Estadístico, el Instituto Agrícola de Alfonso XII o el Museo Pedagógico.
Hubo una auténtica avalancha de aspirantes a las pensiones de la JAE, y un peligro que le acechó por parte de los pensionados fue el deseo de continuar disfrutando de las pensiones. Se trataba de gente joven, asombrados por el espíritu europeo, aspirantes a ser algo en nuestro país, conocedores de idiomas y bien considerados y acogidos por las instituciones europeas. Por lo tanto todos esperaban tener algo más.
En general, las pensiones individuales no duraban más de un curso, pero se solían prorrogar o volver a conceder al cabo de un tiempo. Había también pensiones en grupo, que empezaron a concederse en 1911 y que requerían una aprobación por parte del Ministerio. La duración de este tipo de pensiones era algo menor y se solían conceder para visitar centros docentes durante los meses de verano.
Grupo de alumnos pensionados por el Museo Pedagógico
Respecto a la cuantía de las pensiones, no hubo mucha variación durante los 31 años de vida de la JAE. Oscilaba entre 350 y 650 pesetas mensuales para Europa. Hasta 1918 fue de 350 pesetas, pero se elevó a 425-450 pesetas hasta1931, fecha en la que se elevó hasta 600 pesetas en algunos casos, manteniéndose las 425 pesetas para otras. También se incluían ayudas para los viajes. Para Europa, dependiendo del país, las ayudas oscilaban entre 400 y 600 pesetas. Para EEUU se pagaban 650 pesetas de pensión y 1750 para viajes. Estas cantidades daban para una modesta estancia y mantenimiento tal y como se recoge en algunas cartas de pensionados donde se expresaba las estrecheces por las que pasaban.
Las convocatorias de las pensiones se hacían en febrero-marzo en la Gaceta de Madrid, donde se especificaba quién podía solicitarlas, las condiciones en caso de asignación y otras advertencias. Entre 1922 y 1926 fueron excluidos como aspirantes a pensionados de la JAE los docentes universitarios ya que en los Presupuestos del Estado se concedieron partidas a las universidades para que enviasen pensionados al extranjero.
Antes de las convocatorias, en los primeros meses del año académico, se hacían públicos los trabajos a realizar en los distintos centros de la JAE. Se trataban de cursos de especialización científica para los universitarios que acababan de terminar sus estudios y también se preparaban a los que pretendían ser pensionados en el extranjero. Las inscripciones eran gratuitas y se seleccionaba a los aspirantes dependiendo de su preparación y del conocimiento de idiomas.
En cuanto a las relaciones internacionales, son de destacar las mantenidas con Hispanoamérica. Importante en este sentido fue la «Institución Cultural Española” de Buenos Aires, que tenía por objeto dar a conocer y difundir en Argentina las investigaciones y estudios científicos y literarios realizados en España. Para ello se creó una cátedra, y por Argentina pasaron, entre otros, Ortega y Gasset (1916), Rey Pastor (1917), Pi y Suñer (1919), Cabrera (1920), Casares Gil (1924), Eduardo Vitoria (1924), del Río Hortega (1925) y Terradas (1927).
Otra de las iniciativas de la Institución Cultural Española, que ésta encomendó a la Junta, fue la Cátedra Cajal en 1922, como un homenaje de la Institución como homenaje a Ramón y Cajal con motivo de su jubilación. En la JAE recaía la responsabilidad de la dirección científica, administración de fondos y elección de profesores y becarios. Además, se creó una Junta de Relaciones Culturales, cuyo presidente era Menéndez Pidal.
Instituciones para la Investigación
Como se nombró anteriormente, uno de los objetivos de la JAE era fomentar la investigación científica e intervenir en la política científica del país. Por lo tanto, había que crear centros de estudios y laboratorios con medios necesarios donde los pensionados que regresaban del extranjero pudieran continuar sus investigaciones en España. Las dos instituciones donde se llevaron a cabo los trabajos promovidos por la Junta fueron el Centro de Estudios Históricos y el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales. El primero se creó en 1910, contando con Menéndez Pidal como Presidente y Tomás Navarro Tomás, como secretario. Contaba con varias secciones:
– Instituciones de la Edad Media, dirigido por Eduardo de Hinojosa, que más tarde se convirtió en el Instituto de Estudios Medievales, dirigido por Sánchez Albornoz.
– Arqueología, con Manuel Gómez Moreno como Director.
– Historia, con Rafael Altamira como Director.
– Filosofía Árabe, dirigido por Miguel Asín.
– Instituciones Árabes, con Julián Ribera.
– Arte, con Elías Tormo.
– Derecho, dirigido por Felipe Clemente de Diego.
– Estudios Hispanoamericanos, con Américo Castro.
– Filología, dirigida por Menéndez Pidal. Seguramente la sección más fuerte del Centro.
– Hubo también una sección de Filosofía contemporánea, dirigida por Ortega y Gasset. Durante algún tiempo hubo una sección de Estudios Semíticos, dirigida por Abraham S. Yahuda, quién años más tarde, ya viviendo en el extranjero, actuaría como intermediario entre las negociaciones entre Albert Einstein y la República Española para la posible incorporación del físico a una cátedra a la Universidad Central de Madrid.
Instituto Nacional de Física y Química Financiado por la Fundación Rockefeller
En cuanto al Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, creado en 1910, tuvo a Ramón y Cajal como primer Presidente y al físico Blas Cabrera como Secretario. Estaba constituido por los siguientes centros:
– Museo Nacional de Ciencias Naturales, dirigido por Ignacio Bolívar.
– Museo de Antropología, Manuel Antón.
– Jardín Botánico, Apolinar F. Gredilla.
– Laboratorio de Investigaciones Biológicas, dirigido por Ramón y Cajal. Más tarde se convertiría en el Instituto Cajal (1920).
– Laboratorio de Investigaciones Físicas, Blas Cabrera.
– Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Marqués de Cerralbo.
Además, existían laboratorios de investigación en la Residencia de Estudiantes: Química Fisiológica (Madinaveitia, Sacristán), Anatomía Microscópica (Calandre); Fisiología General (Negrín), Histopatología del Sistema Nervioso (del Río Hortega) y Serología y Bacteriología (Suarez).
Estos datos indican el buen nivel de investigación existente en la España de la primera mitad del siglo XX en el área de biomedicina, y que estaba muy asociado a la JAE. Sin embargo, las investigaciones en el campo de la Física eran más modestas. No obstante, la creación del Instituto de Física y Química, gracias a la donación de la Rockefeller Foundation e impulsado por los físicos Blas Cabrera, Miguel Ángel Catalán y Julio Palacios, iba a dar lugar a un enorme empuje a las investigaciones en áreas como la Electricidad y Magnetismo, Rayos X, Espectroscopía, Química, Física, Química Orgánica y Electroquímica. Es de destacar que hasta el año 1936, el 75% de las publicaciones en las áreas de Física y Química que se publicaron en España (Anales de la Sociedad Española de Física y Química) fueron debidas a los investigadores de estos centros.
La residencia de Estudiantes
La residencia fue creada por R.D. el 6/5/1910 y puesta bajo tutela de la JAE. Fue concebida como un complemento de la vida universitaria, al estilo de lo que se hacía en las universidades americanas e inglesas. Por la Residencia pasó lo más granado de los intelectuales de España. Basta con nombrar a Lorca, Alberti, Buñuel, Ochoa, Dalí, entre otros. Fue dirigida por Alberto Jiménez Fraud. En 1915 se creo una Residencia femenina en la Calle Fortuny, al final del paseo de la Castellana, dirigida por María de Maeztu, y la Residencia de Estudiantes se instaló en la Calle Pinar. Simultáneamente a la creación de la Residencia se organizó el Patronato de estudiantes y Delegaciones en el extranjero con el fin de atender a los estudiantes extranjeros que vinieran a nuestro país, y a los españoles que salieran al extranjero.
José Bello, Federico García Lorca, Juan Centeno y Louis Eaton Daniel en la residencia de estudiantes.
Actual Residencia de Estudiantes del CSIC
La Residencia fue un foco cultural de primera magnitud. Hay que destacar la actividad desarrollada a través de su Sociedad de Cursos y Conferencias fundada en 1924, y que recibía unas 500 inscripciones cada curso académico. Antes de la creación esta Sociedad, la Residencia tenía establecida una cátedra por la que pasaron ilustres conferenciantes, como el filósofo Henri Bergson, el astrofísico Arthur Eddington, el escritor H.G. Wells, o el mismo Albert Einstein. La Residencia también organizaba tertulias nocturnas a las que invitaron a personajes conocidos como Unamuno, Machado, Valle-Inclán, León Felipe…Estas reuniones se completaban con recitales poéticos y musicales.
La Residencia contaba, además, con laboratorios, una biblioteca importante e instalaciones deportivas, a las que la JAE le prestó bastante atención y que hizo que los residentes la llamaran “Junta para la Ampliación de Estadios”. En este sentido, organizó una sociedad de deportes que fomentó la práctica de tenis, hockey, rugby, fútbol y alpinismo. Además se fomentaron otras actividades como teatro, cine, fotografía, pintura y literatura, que formaban parte de las actividades de extensión cultural desplegadas por las Misiones Pedagógicas, que dirigía Natalia Cossio, esposa de Alberto Jiménez Fraud, y que fueron muy bien recibidas en pueblos y aldeas, donde el analfabetismo estaba muy extendido. Todas estas actividades quedaban recogidas en la revista “Residencia”, fundada en 1926 y que se publicaba cada cuatrimestre.
La Residencia femenina admitía alumnas de diferentes facultades, tales como la Escuela Superior de Magisterio, Escuela Normal, Conservatorio de Música, Escuela de Arte, etc…, pero además recibía alumnas del extranjero, sobre todo de Inglaterra y de EEUU.
Estas Residencias no interrumpieron su actividad hasta la llegada de la guerra civil. En Julio del 36, al haber muchos extranjeros en la Residencia de Estudiantes, estuvo bajo la protección de las embajadas británica y americana. El director y su esposa salieron de España en Septiembre de 1936. En los primeros meses de la guerra, la Residencia hizo de escuela infantil de niños pobres o huérfanos, de refugio, de cuartel de Guardias de asalto y de hospital, atendido por los médicos Rafael Méndez (nacido en Lorca) y Luis Calandre.
El final de la JAE
En los años previos la guerra civil, la JAE seguía funcionando contra viento y marea. Se enfrentaba al recorte en las subvenciones y a la limitada dotación de las pensiones, entre otros problemas. Respecto a sus integrantes, Castillejo fue sustituido como Secretario por Prieto Bances, y en 1935, ya fallecido Ramón y Cajal, se nombró a Ignacio Bolívar como Presidente. La llegada de la guerra civil precipitó la caída de la JAE, que incluso levantó recelos en un sector del profesorado de la izquierda. Se renovó la Junta de la Asociación de Catedráticos de Instituto (18/9/1936) al que sólo podían pertenecer miembros de partidos integrados en el Frente Nacional, e iniciaron la incautación de los edificios de la JAE y depuraron a su personal.
Junto a Bolívar, confirmado como nuevo Presidente de la JAE, continuaron Menéndez Pidal, Torres Quevedo, Manuel Márquez, Álvarez de Sotomayor, José María Castellarnau, García Tapia y Teófilo Hernando. En Septiembre de 1936 se declaran caducadas todas las pensiones al extranjero y se ordena la vuelta de todos los pensionados en un plazo de 15 días, excepto a los enviados por la República después del 18 de Julio. Algunos reclaman dinero para poder volver, como fue el caso de Dámaso Alonso. En Diciembre de 1936 se nombra una comisión provisional de la JAE en Valencia para continuar su labor, si bien esta estaba más orientada a la formación obrera y a las desarrolladas con los soldados. La casa de Cultura organizada en Valencia para acoger a profesores, artistas e intelectuales, publicó varios números de las revistas “Nueva Cultura” y “Madrid” donde aparecían trabajos de algunos profesores de la JAE. Otros fueron desposeídos de sus cargos, otros enviados al extranjero, y bastantes declarados expulsados al no poder presentarse en sus puestos docentes, situación agravada por la modificación de los distritos universitarios, el agrupamiento en Valencia de algunas facultades y la obligación de dar clases donde el Ministerio decidiese. Entre los afectados se incluía Ortega y Gasset, Sánchez Albornoz, Alcalá Zamora, Gil Robles etc… En 1937, el Ministerio pasa a llamarse de Instrucción Pública y Sanidad, necesariamente más atento a la sanidad que a la docencia e investigación.
En la zona nacional, José Mª Pemán, Presidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza, envía una circular a los vocales de las Comisiones de Depuración del personal docente recordándoles la transcendencia de su misión y poner especial atención en “los individuos que integran esas hordas revolucionarias del Frente Popular cuyos desmanes tanto espanto causan, que son los hijos espirituales de catedráticos y profesores que a través de instituciones, como la llamada Libre de enseñanza, forjaron generaciones incrédulas y anárquicas”.
La suerte estaba echada para la JAE, su desaparición sería rápida. En una zona se consumió poco a poco y en la otra se formalizó su extinción. Desde Burgos, el general Franco crea el Instituto de España el 8/12/1937, fecha expresamente elegida para “colocar la vida doctoral bajos los auspicios de la Inmaculada Concepción de María”. Se nombró una comisión con miembros de la JAE y catedráticos de la zona leal. Se crea el Ministerio de Educación Nacional
En plena Guerra Civil española, el 19 de mayo de 1938, el gobierno franquista decretó el cese de las actividades de la JAE, repartiéndose sus actividades entre las Universidades y el Instituto de España y se anuncia una fecha para organizar otro grupo de instituciones concernientes al estudio de las Ciencias de la Naturaleza y Matemáticas. Esto sería la fase inicial de la formación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) el 24/11/1939, con el que empieza una nueva historia.
Esta entrada es el resumen de una parte de un artículo publicado en la Revista Mundo Científico. La semana pasada se publicó la primera parte (https://cienciacebas.wordpress.com/2013/10/29/la-junta-de-ampliacion-de-estudios-e-investigaciones-cientificas-el-germen-del-csic-parte-1/)
Bibliografía
Antonio Moreno y José Mª Sánchez Ron (1987) La Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas: La vida breve de una fundación ahora octogenaria. MUNDO CIENTÍFICO, nº 65, Enero 1987. Páginas 18-33.