Barbara McClintock 1919-1942: Los duros comienzos de una Premio Nobel
Pedro Martínez-Gómez, Investigador científico del Departamento de Mejora genética vegetal, CEBAS-CSIC
Bárbara McClintock es de esos grandes personajes de la ciencia visionarios de una realidad, en este caso biológica, que ningún otro investigador tenía. Fue en 1950 cuando Bárbara McClintock anunció por primera vez su gran descubrimiento, la existencia de secuencias de ADN capaces de replicarse e insertarse en diferentes regiones del genoma, lo que se denominó genes “saltarines” o “transposones”.
La existencia de este tipo de material genético era bastante inverosímil para la mayoría de los “gigantes” de la genética de entonces que se manejaban en la genética mendeliana clásica y los análisis de ligamiento genético de Thomas H Morgan. El Premio Nobel por este descubrimiento lo obtuvo en 1983, treinta y tres años después de formular su teoría.
A la Dr. McClintock le tocó trabajar en Estados Unidos en una época de explosión de la ciencia pero en un contexto donde las mujeres apenas si tenían relevancia. Por tanto el hándicap era doble como visionaria y como mujer.
Formación Universitaria en la Universidad de Cornell (1919-1927): Sus estudios universitarios equivalentes a la licenciatura los realizó en el Norte de EEUU en la Universidad de Cornell con una gran fama en estudios sobre mejora genética de plantas “Plant breeding” entre los años 1919 y 1927. Obtuvo en 1923 el Bachelor of Science. Después concluyó sus Master of Science en 1925 y su doctorado (PhD) en 1927.
Estancia Postdoctoral en la Universidad de Cornell (1928-1935): Después de concluir sus estudios continuó realizando una estancia postdoctoral también en la Universidad de Cornell. Al comienzo de esta nueva etapa postdoctoral sufre un contratiempo al no concedérsele una beca del prestigioso International Education Board. Las razones continúan siendo poco claras pero parece ser que en este rechazo pudo influir su condición de mujer que después le acarrearía otros problemas.
Sin embargo, continuó trabajando en la universidad y fue en este periodo donde obtuvo uno de sus primeros resultados científicos relevantes en 1931. Junto con su compañera Harriet Creighton descubrieron en maíz que la recombinación intracromosómica era resultado de un intercambio físico de regiones del genoma. Estos trabajos complementaban la teoría del ligamiento genético de Thomas H. Morgan que era la teoría imperante en los estudios sobre genética de las plantas. De forma visionaria Bárbara McClintock hace una homología entre las teorías estadísticas de Morgan y la realidad física del cromosoma. El periodo entre 1931 y 1935 fue de gran reconocimiento en su labor como joven investigadora (“Junior Research”). Sin embargo, Bárbara debía establecerse como “Senior research” organizando su propio grupo de investigación.
Estancia como investigadora en la Universidad de Missouri (1936-1942): La estancia de Bárbara McClintock en la Universidad de Missouri fue tumultuosa. Comienza su trabajo dentro de un recién creado instituto de investigación genética dentro de su campo de la citología vegetal. Sin embargo pronto descubre que no dispone de una independencia científica que necesita además de las ataduras de la docencia universitaria. Además no consigue recibir una oferta de contratación permanente lo que en EEUU se denomina “tenure track”. Estos primeros años en Missouri son ciertamente frustrantes para ella.
En 1941 se produce un momento crucial en la vida de Bárbara McClintock, según algunos autores cuando la investigadora vio que no podía ejercer con libertad en la Universidad de Missouri, decide marcharse al Laboratorio del Cold Spring Harbor.
Este laboratorio fue fundado en 1890 como laboratorio de referencia en biología por el investigador John D. Jones. Todavía hoy sigue siendo uno de los más importantes en biología molecular a nivel mundial. En Cold Spring Harbor continuó desarrollando su labor Bárbara McClintock hasta su jubilación en 1992. Siendo miembro de este laboratorio recibe el Premio Nobel de Medicina en 1983.
Diferentes autores discuten si la verdadera razón por la que Bárbara McClintock se marcha en 1942 de la Universidad de Missouri es porque se siente marginada, probablemente por ser mujer, como han defendido diversos autores, o por una razón de inquietud científica al margen del género. La Universidad de Missouri siempre se arrepentiría de la pérdida de esta brillante figura de la genética mundial.
Probablemente su imagen física tampoco ayudara en esos duros comienzos. Bárbara McClintock era una mujer de baja estatura que en el contexto masculino de la investigación científica de la época aparecía siempre entre “gigantes”.
La historia sin embargo sí que la situó entre los gigantes de la ciencia con la concesión del Premio Nobel y sobre todo con el reconocimiento a su gran descubrimiento sobre los genes “saltarines” a la luz de los nuevos avances moleculares a partir de los años 70 del S. XX.
“Confía en lo que ves”, ese fue el consejo que dio a uno de sus colegas la brillante y visionaria Premio Nobel.